15.5.08

Carne Argentina llegó a La Tribu

Mudarse supone siempre sentimientos encontrados: la excitación de cambiar de casa, de reinventarse en otro espacio versus la melancolía por el viejo hogar, el apego por aquellos que fuimos entre esas paredes.
Mudarse supone siempre un lío: embalar cosas, deshacerse de trastos inservibles, toparse con fotos del pasado.
Mudarse es un derroche de energía y mudarse es, al mismo tiempo, una inyección de energía.
Mudarse, tarde o temprano, hay que mudarse. Los árboles: las hojas; los animales y los humanos: el pelo, la piel. Los minerales también mudan a su manera.
Carne Argentina se mudó a La Tribu. Corrimos la lona de la toldería la noche del martes 13 porque no importan los días de mala suerte si hay noches de buena estrella. Y para dejar atrás las tinieblas y las cortinas de humo, invitamos a tres escritores bien luminosos. Jimena Néspolo, Ariel Magnus y Leo Maslíah brillaron en este nuevo pequeño cielo que se abrió para nosotros en Lambaré 873.
Muy agradecidos con ellos, con los espectadores de siempre y con los muchos nuevos que se sumaron, con toda la gente de La Tribu, con Beto que vino a darnos su bendición mántica y nos prestó algunas cosas hasta que nos acomodemos.
Muy agradecidos.
Dicen las viejas que lo que no mata, fortalece.
Carne Argentina está más viva que nunca.

Proclama [texto de bienvenida]

Bienvenidas a la tercera temporada, queridas vaquillonas, con enorme gusto las recibimos en el nuevo frigorífico de La Tribu donde un glorioso horizonte se abre para la carne argentina. Desde la aciaga noche del desabastecimiento despunta con fuerza el mugido esplendente que convoca a los escribas de las provincias unidas del río de la plata y la banda oriental. Como en una proclama que sienta reales henos aquí reunidos para manducar el manjar cárnico y lanzarnos al festín jugoso porque aquí está Llegando la Carne.

[Sonó: Mejor no hablar (de ciertas cosas), Sumo]