En algún momento la homosexualidad fue vivida orgullosamente como una forma de transgresión, una provocación a la moralidad burguesa y la institución familiar. En algún momento, los gays (que a sí mismos no se llamaban así) formaban en la ciudad una tribu semioculta. Tenían, claro, sus lugares para el levante o la cojida: el bar La Academia, el cine Eclair (actual Lorca), el paraíso y los baños del Teatro Avenida, los hotelitos de Avenida de Mayo, el parque de Retiro. Uno de estos yiros es la anécdota de “La narración de la historia” de
Carlos Correas, publicado en la revista Centro en diciembre de 1959. Por este relato, Correas fue condenado a seis meses en libertad condicional por “publicación obscena”.
Mientras intentaba terminar la carrera de Filosofía y Letras, escribió cuentos como “El revólver” y “La Caja”, colaboró en la revista Contorno aunque admiraba a los escritores de Sur y andaba en yunta con Juan José Sebreli y Oscar Massotta. “[En esa época] Yo era un puto frenético. No un puto frenético en el sentido, digamos, de desenfreno sexual, sino de desenfreno homosexual. De llevar la homosexualidad hasta los mayores extremos. Yo, por ejemplo, como homosexual me he prostituido” (Entrevista con El Ojo Mocho, 1996).
Por esos años Correas simpatizaba más con la figura de Eva Perón que con el peronismo, hasta que Sartre y el existencialismo se transformaron en su referente político, intelectual y hasta sexual. En los 60, decide cortar las relaciones homosexuales porque lo horrorizaba “ser un puto de cincuenta o sesenta años”.
Durante la dictadura escribe la novela
Los reportajes de Félix Chaneton en torno a un personaje que vive la bisexualidad de manera vergonzante y culposa. En los 90, mientras ejerce como docente universitario, publica el ensayo
Operación Masotta donde analiza de forma despiadada la figura pública de su ex amigo y las modas intelectuales de su generación; y una crítica sobre la obra arltiana inspirada en los libros de Sartre sobre Genet y Flaubert.
Carlos Correas nació en Buenos Aires en 1931. Según declaró, se crió en el barrio de Palermo con una madre antisemita y un padre antifranquista y anticlerical. En el 2000 se cortó las venas y se lanzó del noveno piso en donde vivía. Sus textos fueron reeditados en diversas oportunidades, aunque de algún modo Carlos sigue siendo un tapado. “Un desintegrado”, como le gustaba decir. El jueves 28 de julio hacemos un rescate especial, una noche a la que bautizamos CARNE DE CHANCHO, y a la que Carlos, tan impuro como le gustaba verse, es invitado de honor.
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