22.7.11

Hay cadáveres: Néstor Perlongher

¿Qué supone la prueba del delito, la obra como cadáver? ¿Lo que hubo, lo que queda, lo que se pudre, lo que es imposible de apropiar, la herencia? ¿Cómo se trae a Perlongher en medio de tanta evocación? De todos los nombres que propusimos para la noche de Carne de Chancho, noche de putos pasados a degüello, Perlongher era el que evitamos hasta último momento. Evocar al más evocado, seguir soplando para que flamee la bandera de un sentido que se achata a medida que lo forzamos. Todo parece terminar en un comme il faut, un remedo, como uno de esos espantosos jeans nevados, de lo que es preciso mencionar para quedar del lado correcto, agarraditos a la baranda de lo esperable, ¿otra vez Perlongher?
Pero, ¿cómo no traer a Néstor Perlongher?
Renovar la catedral misteriosa que sigue provocando, la diatriba constante en amorosa trinchera, sólo él y su cuerpo pequeño persiguiendo una desobediencia que hoy mismo, en la bulla de la normalización de identidad de género, sigue provocando, sigue recordando que la insolencia se paga con el desprecio, con el asco.
Evocar la identidad de uno tan grande para quien la identidad era nomás un coágulo, un accidente a disolver en la obligada geografía cultural. Uno para quien la deriva era el modo de deambular la existencia, como el miché de lomo más atormentador que hace poner en el deseo inclaudicable la proa angustiosa, vital.
Tal vez, todavía no se tenga dimensión real del aporte político, estético y ético de este poeta, ensayista, sociólogo y antropólogo único. Por suerte quedan sus textos y quedan testigos directos para retornarlo activista: Carne Argentina invita a dos de sus amigos, que por suerte compartimos,: María Inés Aldaburu y Osvaldo Baigorria, a la noche del jueves 28 de julio, para adentrarnos en el misterio fértil y tan concentradamente argentino del inventor del neobarroso.