26.3.12

Público trabajando

Además de acompañarnos la noche del 22, dos queridos espectadores nos mandaron su registro de la noche. La crónica es de Fernando Méndez y la foto (tenemos más que ya iremos posteando) de Rudy Astudilla. Gracias, amigos!
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Nuevas luces, e-books, orgasmos y mucha carne
************** ***************************************************************************************************** Julián López dio inicio a la séptima temporada (cuánto que me perdí siendo vegetariano) del ciclo Carne Argentina. Detrás de él las “nuevas” luces (no aptas para los daltónicos) daban un toque oriental y sensual al escenario. Justo en el límite establecido entre el verano y el otoño Julián nos invitaba con humor, ironía, certezas, una pizca de cine y otra de erotismo a dejarnos llevar por el placer, antes de la llegada de los primeros fríos del año. Josefina Licitra nos regaló unas crónicas del conurbano bonaerense. Sea el sur, el oeste o el norte, el conurbano bonaerense, digan lo que digan, se hace uno. Los pozos de las calles, de tierra o asfaltadas, llenos de agua de lluvia que nunca se va, casillas precarias, casas de clase media, gente, mucha gente por todos lados y en todo momento, gente compitiendo con los perros en los basurales, etc. Todos los que hemos vivido en él sentimos, mientras Josefina leía, que conocíamos a los cientos, sino miles, de personas que, al decir de Unamuno, allí nacen, viven, se reproducen, envejecen y mueren, sobre todo mueren. Por supuesto no faltó el humor, como cuando nos relató cómo, gracias a las tecnologías nuevas como el GPS, nos podemos perder, por más que recalculemos en español. A continuación las luces aumentaron su intensidad para que el poeta Sandro Barrella pudiera leernos poemas suyos, algunos ya editados, otros inéditos. Estos últimos los leyó directamente de hojas sueltas que, emulando al otoño que comenzaba, iban cayendo una a una. Luego de un corto intervalo Cecilia Espósito, con su voz titubeante (signo de valentía para leer en público –que yo no tendría), nos brindó algunos de sus breves y concentrados relatos, por momentos muy poéticos, por momentos muy francos, por momentos muy modernos, todos, eso sí, bellos. Y, como para dejarnos en claro que estamos en el año 2012, nos leyó desde un libro electrónico. A los “románticos” como yo nos seguirá gustando el libro objeto, aunque no renegamos de las nuevas tecnologías (Borges y Bioy, en el prólogo a Los Orilleros, han dicho “el presente nunca parecerá tan pintoresco y tan conmovedor como el pasado.”). Esta noche de marzo trajo un postre especial: Fernando Noy leyendo, pero no sólo eso, a su amiga Amelia Biaggioni. Con mucha fuerza Noy interpretó poemas de Biaggioni. En un par de ocasiones Noy buscaba en el libro poemas previamente seleccionados para leer y no los encontraba. Entonces emitía un “no te nos escapes Amelia…”. Fernando Noy nos habló de la “tríada” formada por Biaggioni, Orozco y Pizarnik. También nos contó alguna anécdota de su amiga Amelia. Nos confesó que leer algunos de los poemas de su amiga le provocaba orgasmos privados. Después de ver su lectura-interpretación agradezco su exhibicionismo. Finalmente, cuando terminó de leer y todos aplaudíamos (quedándonos con ganas de más) sentimos que no, que Amelia no se nos escapó. Se encendieron las luces. Me paré para saludar a alguna persona amiga antes de irme, viendo restos de alguna pizza y copas con poco vino (las botellas ya vacías) o cerveza. Me fui del bar de La Tribu. Dicen que la Carne Argentina es adictiva. Puedo dar fe de ello: ya estoy sintiendo, unos días después del banquete, los síntomas del síndrome de abstinencia. Va a ser duro aguardar hasta mayo para el nuevo encuentro.

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