José María Marcos es un gran narrador de historias. Y un poco habla como si leyera. Tiene ese don, que pocos tienen, de empezar a contar algo y tenerte enganchado hasta el final. Como la historia del payador apodado “Dejá que soplen los vientos” que se entretenía escribiendo cartas de lectores y llevándolas al diario de Ezeiza, donde trabaja José María, y que un día en medio de una charla cayó muerto del otro lado del mostrador. Eso no le pasa a cualquiera, ver morir a alguien y contarlo de forma grotesca y dramática a la vez. O cuando llamó a su mamá y ella no lo quiso atender porque en ese momento estaba viendo Tarántula en la tele. De tal palo, tal astilla. Porque otra de sus pasiones son las historias de terror. Tiene una biblioteca completa dedicada a Stephen King (electrificada para que nadie le robe ningún ejemplar) y otras cuantas bibliotecas con clásicos y contemporáneos del género. Como escritor también abraza el terror. Tiene publicado el libro de cuentos Los fantasmas siempre tienen hambre y, junto a su hermano Carlos, es responsable del prometedor sello editorial Muerde Muertos y de la novela homónima. Por si fuera poco, José María es un viejo y entrañable amigo de los Carne, así que nos pone muy contentos tenerlo en esta colección invernal, rescatando historias terroríficas y delirantes de nuestras pampas.
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