23.8.10

Emma

No añoro ni me arrepiento de nada, pero estoy saturada del pasado. Quiero el hoy, lo elijo. Elijo los paseos por mi jardín en Gualeguay, aun con bastón o acompañada; elijo el placer de escribir de noche, de revisar mis apuntes y fumar mis siete cigarrillos diarios; elijo los asados que hago a la parrilla aunque a veces me salgan desabridos; elijo a los jóvenes, porque pese a todo lo malo que se dice de ellos son los únicos que pueden construir el futuro. Así parece. Emma nos eligió a nosotros y ahora nosotros la elegimos a ella. Es como una conversación a lo largo del tiempo y del espacio. Ella vino a la gran ciudad y ahora nosotros viajamos a su litoral. Emma Barrandeguy nació en Gualeguay en 1914, se recibió de maestra en la Escuela Normal y estudió varios idiomas. Vino a Buenos Aires en los 30, cursó la carrera de Filosofía, fue traductora, joyera ambulante, abrazó el anarquismo y no sólo (días de turbulencia erótica, recuerda en los poemas de Habitaciones). Por más de dos décadas trabajó para el diario Crítica y fue secretaria privada de Salvadora Medina Onrubia (poeta, dramaturga, cultora de la magia negra y esposa de Natalio Botana, dueño del diario). En 1936 aparecen escritos en mimeógrafo sus primeros poemas, y de esta forma comienza a hacerse conocer como poeta. En el año 1964 edita su primer libro de poesías, Las Puertas. Y en 1970, el primero en prosa: El Andamio. Otras de sus obras son Los pobladores (1983), Crónica de medio siglo (1984) y Habitaciones (2002). En el 2009, a tres años de su muerte, ediciones del Copista reunió su poesía completa. Decía Emma que le gustaba sentarse en la galería de su casa, ver pasar las golondrinas de California, que atraviesan el Amazonas y van al río, criando a sus pichones, enseñándoles a cazar los alimentos en el aire. Simplemente eso: ver la vida que pasa y sentir felicidad.

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