6.9.10

Néstor x Mariano

Si los poemas de Barrandéguy trajeron a la noche en La Tribu el rumor del río, de los sauces inlcinados sobre el agua, Mariano Fiszman trajo el rumor de la calle Cabezón al dos mil y pico los mediodías de sábado cuando se llegaba hasta allí para ver a Néstor Sánchez. Fue como si todos estuviésemos apretujados en el comedor con los postigos cerrados de la vieja casa familiar, escuchándolos hablar mientras hacían cantar el mate por turno. Porque Mariano contaba anécdotas de Sánchez y sonreía y movía la cabeza como si lo estuviese oyendo, como si el propio Néstor le fuese dictando esos comentarios desde donde quiera que esté. Esa noche fue como si Sánchez estuviese allí, bebiendo su toro viejo con hielo, entre nosotros. Y un poco estaba en serio porque entre los que escuchábamos y sonreíamos, estaba su hijo. Y estaba Mariano, su discípulo y amigo. Y estábamos los que, sin haberlo conocido, lo queremos tanto. Y estaban los que empezaron a quererlo esa noche a través del relato de Mariano.

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