La primera historia que le escuché a Fariña fue sobre un asesinato. Él tenía catorce años y había ido, como todos los veranos, a pasar las fiestas en Puerto Rosario, Paraguay, donde vive la mayor parte de su familia. En un momento, se acerca un tío arriando una vaca, le alcanza un cuchillo y le dice: Matala vos.
Me imagino el momento en que el chico empuña el cuchillo mientras varios hombres sostienen al animal, el momento en que el chico cuenta uno-dos-tres para darse envión, y finalmente el momento en que degüella a la vaca con una fuerza que no sabía que tenía.
Ese chico que hoy confiesa no poder matar una mosca es el hombre fanático de los zombies, Lost y los Wachiturros. El mismo también que escribió los poemarios “Pintó el arrebato” (Colección Chapita, 2008), “Mamacha” (Felicita Cartonera, 2008), “Un ballet de policías en el agua” (Cartonerita Solar, 2009), “El velo hermafrodita de la lengua” (La Propia, 2009). Y El guacho Martín Fierro (Factótum Ediciones, 2011), una atrevida reescritura del poema de José Hernández en clave tumbera.
Oscar Fariña, paraguayo de nacimiento y porteño por adopción, desensilla en la noche primaveral de Carne Argentina para deleitarnos con sus versos que tienen la dulzura del guaraní y la ferocidad de la gauchesca.
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