21.9.12

Leopoldo Brizuela



María Elena Walsh, Idea Vilariño, Elvira Orphée, Leda Valladares, Niní Marshall. Leopoldo es hombre de grandes mujeres, amigas, maestras, ídolas desde su juventud. Lo leímos hablando de ellas, con ellas, y lo leímos, aquí y allá, en notas, recuerdos, historias criollas y cosmopolitas, actuales y remotas, como sus novelas Inglaterra. Una fábula o Lisboa. Un melodrama. Esos sustantivos que acompañan los títulos (fábula, melodrama), hablan de una pasión por los géneros que inician nuestra educación sentimental, hablan de la ficción pero también de la música: “A los cuarenta años, cuando el tiempo se acorta, puse todos mis esfuerzos en el cuestionamiento de ese modo de entender el amor, que, evidentemente, no había inventado yo; era el modo de amar de mis ancestros, de mis padres, ése en fin, que puede verse enunciado inmejorablemente en la canción popular latinoamericana y argentina de los años treinta y cuarenta, esto es, en el melodrama”. El tango, el folklore, el fado, hacen vibrar las palabras de Brizuela, traductor de otras lenguas, poeta, periodista, narrador exquisito. Y tendríamos que agregar, hijo de marinero y viajero. Hoy, con el Premio Alfaguara a cuesta, anda saltando de país en país y en el medio se hace un momento para viajar de La Plata a La Tribu.
La tribu, otro de los escenarios de sus novelas, y los indios. Los blancos en tierras aracaunas. Como el loco de Salvatore Onelli que peregrina a la Patagonia para enterrar a su criada india.

La cierva que nos trajo, tiritando en el carro, la Compañía Inglesa de Tierras del Sur, la que al mirar la jaula que Onelli construyera jaló de la traílla con tanta virulencia que se quebró una pata, y que al entablillarla, en su afán de zafarse, se quebró una segunda, y que al curarle esta otra sacudió la cabeza con tal fuerza que se rompió el pescuezo, convenciendo a Onelli que habría que proceder y la degolló allí, delante de los niños alelados, como si el degollar fuera un signo secreto, el fin de una batalla, esa cierva salvaje ¿qué nos dice del miedo? ¿Fue cobarde o rebelde? ¿Fue suicida o mató, ya que nadie es el mismo? A esa cierva que dieron por fin al león y a los buitres, ¿quién, ahora, no la envidia? [de La locura de Onelli]

Estamos muy contentos de tenerlo a Leopoldo con nosotros, de estrenar la primavera con su música de aquí y de allá. Blancos, indios y mestizos, los esperamos a todos la noche del jueves 27, en La Tribu. 

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