22.6.10

Una pausa y nos quedamos

¿Desde dónde empezamos a contar nuestra vida? ¿Qué parte elegimos para narrar? Los dorados años de la infancia de Norah Lange en sus Cuadernos. El otoño de la niñez y los brotes de la adolescencia en un contexto político fuerte como Irene Gruss en Una letra familiar. La iniciación en las cuestiones del sexo y el amor como Osvaldo Bossi en El muchacho de los helados. Por citar algunas de las páginas de vida más bellas que he leído. Y agrego a esta preciosa lista En la pausa, de Diego Meret. Meret elige contarse como lector en una casa de un solo libro (el Martín Fierro en una edición bodoque pensada más como adorno que como obra literaria) que cuando aprende a leer empieza a leer todo lo que cae en sus manos: un lector autodidacta y desordenado. Como escritor que cree que para serlo debe vestirse de un halo de misterio, alquilar una pieza en un hotel lleno de cucarachas, impresionar al conserje. Como obrero textil que escribe sus poemas en la puerta del baño de la fábrica para que, tal vez, los lean sus compañeros de trabajo. Y, en las pausas del escritor y el lector que Meret quiere ser, nos cuenta una infancia retaceada de chico del conurbano, de casa con madre y hermana, de padre perdido y vuelto a encontrar una década después en un pueblo correntino... pequeños episodios, imágenes breves como pausas televisivas. En la pausa es una autobiografía honesta y conmovedora que recibió el premio Indio Rico 2008. Este jueves, Diego Meret estará echando sus delicadas menudencias a la parrilla de La Tribu.

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