29.3.11

La traductora: Romina Doval

Este año sumamos una nueva sección al ciclo: LA TRADUCCIÓN o, mejor dicho, LOS TRADUCTORES. Queremos invitar a los traductores porque ellos son los que acercan lo lejano, creando una nueva obra. Debutamos con Romina Doval que viene a leernos fragmentos de El Tutú, el único libro de Léon Genonceaux, alias Princesse Sapho, publicado originalmente en 1891. Poco y nada se sabe del autor: que nació en 1856, que fue uno de los primeros editores de Los Cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont y de Arthur Rimbaud, que tuvo varios juicios legales por cuestiones de derechos y por ultraje a las buenas costumbres (con Rabelais y Sade hubiesen hecho yunta), y que murió en Estados Unidos.
De su traductora argentina sabemos un poco más. Romina nació en Buenos Aires en 1973. Es docente y traductora literaria. Publicó el libro de cuentos Signo de los tiempos. En el año 2004 ganó el premio "Ciudad de Arena" de género fantástico. Su primera novela, Desencanto, fue premiada por el Fondo Nacional de las Artes en el año 2007 y publicada en el 2009 por el sello Mondadori. Sus cuentos y notas han aparecido en revistas y antologías tanto nacionales como extranjeras. Residió en Francia durante diez años y actualmente vive en Buenos Aires.
Después de leer esta monada, ¿te lo perderías?

Dios mío, ¿cómo es posible que no podamos vivir sin cagar? Por más que usted comparta la mesa con la mejor compañía del mundo, si de pronto le agarran ganas de cagar, pues tiene que ir a cagar. Por más bella que sea la muchacha que esté con usted, si de golpe le agarran ganas de cagar, pues tiene que hacerlo o reventar. Ah, maldito cagar, no conozco cosa más villana que cagar. Verá usted pasar una linda persona, muy mona y limpia, y dirá: Ah, qué bella sería si no cagara (de El Tutú, trad. Romina Doval, Club Burton, 2010)

Colección Otoño - Jueves 7 de abril a las 21 en el Bar de La Tribu

27.3.11

Carne Nac & Pop: Marcos López

Inventamos el Ciclo Carne Argentina para tener un espacio propio donde leer narrativa. Pero al poco tiempo dijimos, ¿por qué no incluimos poetas? Y un par de años después nos preguntamos, ¿por qué no también cronistas? Y por qué no dramaturgos, cineastas, traductores, artistas plásticos, fotógrafos. Si las cosas que nos gustan leer son tan diversas y las manos que las escriben pueden hacer tantas otras cosas. ¿Por qué no? Es por eso que en la primera lectura del año nos acompaña el gran Marcos López, fotógrafo oriundo de los pagos santafesinos. No sé por qué siento lo que siento por la fotografía, pero me fascina ver ese momento captado en un segundo, tiene algo de truco de magia. Sigo la obra de Marcos hace muchos años, y a esta altura es imposible no reconocer una imagen suya a la distancia. No hace falta ver su firma para saber que se trata de una composición lopeciana. Dicen que el estilo es el hombre y el hombre, en este caso, es una mixtura de recuerdos de provincia y bizarría urbana. De desmesura, belleza y berretada. Me imagino que la palabra “composición” le debe gustar. En sus imágenes, Marcos compone escenas con personas vestidas de cierta forma, haciendo determinada cosa, transmitiendo tal o cual atmósfera, cómicas o melodramáticas, siempre excesivas, como actores de una pieza de sainete. ¿Por qué no? es la pregunta que nos hizo crecer, la pregunta que nos sacudió de prejuicios y autocensuras. Pensamos que el arte no tiene compartimentos o secciones como los diarios. Que el arte es lo que se expresa y la estética lo que nos emociona. Estamos felices y orgullosos de que Marcos venga a leer a Carne Argentina, sus textos nos encantan y de algún modo nos inspiran. Ojala a ustedes les pase algo parecido.

24.3.11

El rescate: Juan José de Soiza Reilly

El año pasado inauguramos la sección EL RESCATE, en la que un escritor o escritora viene a compartir una obra poco o nada conocida por el público. Para la Colección Otoño/2011 invitamos a Leonardo Oyola, que traerá entre manos un relato del gran escritor uruguayo Juan José de Soiza Reilly. Soiza, como le decían sus amigos, nació en Paysandú en 1879, residió en Entre Ríos y murió en Buenos Aires en 1959. Fue periodista, narrador y ocasionalmente dramaturgo. Se recibió de maestro normal y fue director de la biblioteca de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó como corresponsal para el diario La Nación. También colaboró en los diarios La Razón y Crítica y en numerosas revistas como Fray Mocho y Caras y Caretas. Algunas abuelas quizás todavía recuerden sus célebres programas radiales, donde popularizó las frases: “¡Arriba, corazones!” y “Se acabó mi cuarto de hora”. Publicó más de cuarenta libros entre novelas, cuentos, crónicas y misceláneas. Obras hoy inhallables como El alma de los perros (1907), Crónicas de amor, de belleza y de sangre (1911), La ciudad de los locos, aventuras de Tartarín Moreira (1914), Pecadoras (1924), La muerte blanca. Amor y cocaína (1926), Criminales (1926) y Las timberas (1927-28). Amigo íntimo de Evaristo Carriego, impulsor de la obra de Roberto Arlt, admirado y premiado internacionalmente, ninguneado por la elite literaria, Soiza fue el pintor visceral de la vida urbana y de los sucuchos donde merodean cocainómanos, ladrones y putas. El jueves 7 de abril Leo lee a Soiza, uno de esos inclasificables de la literatura argentina. ¡Arriba, corazones!

18.3.11

Se abre la temporada de la carne!

Arrancar cada año con el Ciclo después del letargo del verano nos llena de felicidad. Volver a La Tribu, al encuentro con los amigos -los nuestros de siempre, los habitués de las lecturas de Carne, los nuevos que vienen porque lee algún amigo-, llegar al final de la noche de jueves cansados, contentos, espirituosos... Con cada una de las cinco funciones del año nos pasa lo mismo, pero la primera siempre es especial, es reencontrarse con todo eso que decíamos, es comprobar que sigue funcionando(nos). Además de la nueva sección anunciada, Traductores, que inaugurará Romina Doval leyendo fragmentos de El tutú, de Princesa Sapho; Leonardo Oyola -uno de los dos primeros invitados al primer Carne Argentina, allá por 2006- vuelve a visitarnos en El rescate y a traernos su lectura de la obra de Juan José de Soiza Reilly; los poemas de Jonás Gómez, premio Indio Rico 2009, poeta skater; y Marcos López -¡no se peinen que no van a salir en la foto!- que aparte de fotógrafo excepcional, escribe unos textos preciosos sobre su oficio, su obra y lo que se le ocurra. Motivos de más para estar tan felices y ojalá que también sean buenos motivos para que ustedes se arrimen al fogón el jueves 7 de abril, a las 21.

16.3.11

Carne renovada

"No pude soportar la traducción" o "es una traducción preciosa" son comentarios que solemos hacer los lectores, la mayoría sin haber leído el original como para achacar los defectos de la obra a su traductor o ensalzarle sus virtudes. Pero es cierto que las malas traducciones son insoportables y que una traducción (buena o mala) es siempre una reescritura. Y que cuando hay un buen escritor que hace la traducción todos leemos con más confianza. Esta temporada inauguramos una nueva sección en Carne Argentina: la del traductor leyendo fragmentos de sus traducciones. Pero además contándonos un poco cómo es la experiencia de traducir, por qué traduce las obras que traduce... en algunos casos será simplemente porque es un trabajo pago ["Voy traduciendo sin haber leído nada de la novela, o sea que la traducción es una especie de lectura mediante la cual me voy interesando en la trama que generalmente es infinitamente tonta. (...) Como en mí es muy rígido este sistema de no leer antes, porque de lo contrario me aburro tremendamente, se vuelve una aventura extraña porque a veces suprimo un capítulo entero sin leerlo", César Aira]... en otros, la alegría de traducir suele convertirse en pesar, como dice Fabio Morábito en una nota publicada por la revista Ñ, en noviembre de 2010, "siempre me han molestado los libros de poemas en edición bilingüe, sobre todo los que llevan el texto original a un costado (...) donde los originales se interponen como gendarmes entre un poema y otro, arrojando sobre la traducción una sombra de sospecha, parecida a la de un reo en libertad condicional. Por eso, pese a la cantidad estratosférica de traducciones que existen, seguimos traduciendo con pesar y no con alegría, como quien aplica una prótesis, un remedio extremo a un mal incurable, y no con la emoción de una segunda chance, de un recomienzo".
El jueves 7 de abril vamos a ver qué le pasa a nuestr@ invitad@ cuando se pone a traducir.