14.10.10

Sacudirse la modorra

En 1993 Miguel Briante firmó una nota titulada Una visión de mundo, donde enumeraba pecados y aciertos de los escritores jóvenes (Bizzio, Sánchez, Chejfec, Feiling, Caparrós, entre otros). Se ve que igual le costaba, que un poco se debatía entre el abrazo de bienvenida y el pase de factura: “El escepticismo en general –y esa distancia con el mundo de las pasiones, políticas o de las otras- es una de las constantes de los nuevos narradores”. Aunque a diferencia de otros adversarios, Briante fue un escritor leído y admirado, tanto sus relatos de Las hamacas voladoras y Ley de juego, como sus participaciones en Primera Plana, El Porteño y Página/12. La nota de Briante formaba parte de una polémica que hizo bastante ruido entre “nuevos” y “viejos” narradores. El debate era una especie de Boca-River: compromiso vs. frivolidad, arte vs. mercado, popular vs. elitista. Quizás hoy suene inútil y trillado, pero en aquellos años de posdictadura y puticlub menemista sí que encendía corazones. En 1995 Miguel Briante murió al caer de una escalera mientras hacía arreglos en la casa de su pueblo natal, General Belgrano. Se fue así sin despedirse, como si se hubiese ido a dormir una siesta. El jueves 28 de octubre, primavera de Carne Argentina, Hernán Ronsino llega para leer fragmentos de Kincón y sacudirlo de la modorra. La invitación es esta: Ronsino lee a Briante mientras todos nos echamos bajo la parra recién florecida a escucharlos.

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